Ahorro energético

Las hojas no se calientan

La fiebre por el superaislamiento de los inmuebles se basa en espesores de diferentes materiales para alcanzar una transmitancia e inercia térmica óptimas con carácter general. La consideración de la inercia térmica como fundamental, capacidad de almacenar energía para poder emitirla en forma de calor, es el reconocimiento de un sistema imperfecto ya que todo lo que se almacena, se acaba (que me perdonen los físicos por la impreciso de mi explicación).
Además, estos sistemas compuestos son diseñados sin tener en cuenta orientaciones y, por tanto, la captación solar pasiva, tratando de igual forma los cerramientos que no reciben radiación directa (Norte), con los que sí la reciben. Aprovecho para apuntar lo que a mi juicio es irracional, la colocación de fachadas ventiladas orientadas al Norte (en nuestro hemisferio N), ya que al carecer de radiación solar directa se potenciaría una transmisión térmica al interior contraria a la pretendida. De la misma forma, colocar una barrera aislante en cerramientos que reciben radiación directa, reduce la capacidad de transmisión de energía térmica al interior cuando se necesita.
Hay sistemas probados, y que no serían ortodoxos con el cumplimiento de la normativa vigente, que tiene en cuenta estos criterios, como el del profesor Valeriano Ruiz Hernández, mi maestro, diseñado para provocar enfriamiento pasivo en verano y favorecer el calentamiento del cerramiento por conducción en invierno. Como variable principal utiliza la radiación solar, que debe ser tomada según la latitud, y como variables secundarias la inercia térmica, el viento y la ventilación por convección.
Una de la cuestiones determinantes es la temperatura que llega a tener la cara exterior del cerramiento que, según algunos estudios, alcanzan 50ºC más que la temperatura ambiente si es obscuro, 12ºC más si es claro y la misma temperatura que la ambiente si está ventilado y sombreado.
Así, hace años hay una línea de investigación basado en que los cambios de fase de los materiales se producen siempre a la misma temperatura. La cuestión sería fácil; encontrar un material en continuo cambio de fase a temperatura de confort, cuestión complicada porque el calor latente de cambio de estado suele ser alto, por lo que requeriría almacenamiento en cerramiento para aprovechar su inercia térmica. Los materiales en estudio son parafinas, ácidos grasos e hidratos de sal.
Pero, ¿alguien se ha dado cuenta que las hojas no se calientan?.
Según los departamentos de biología y de la ciencia medio ambiental de la tierra, de la Universidad de Pensilvania, se cree que la proporción de isótopos estables de oxígeno (δ18O) de la celulosa durante la asimilación de carbono, proporcionan un registro de humedad relativa y temperatura. En estudio publicado en la revista @Nature , utilizando δ18O, muestran que La fiebre por el superaislamiento de los inmuebles se basa en espesores de diferentes materiales para alcanzar una transmitancia e inercia térmica óptimas con carácter general. La consideración de la inercia térmica como fundamental, capacidad de almacenar energía para poder emitirla en forma de calor, es el reconocimiento de un sistema imperfecto ya que todo lo que se almacena, se acaba (que me perdonen los físicos por la imperfección de mi explicación).
En este paquete podríamos incluir la conveniencia de jardines verticales o cubiertas ajardinadas utilizadas desde tiempo inmemorial en climas severos. Pero quizás lo tengamos infinitamente más fácil y barato; colocar una trepadora de hoja caduca, haciendo una verdadera fachada ventilada en verano, con una temperatura exterior igual a la de confort, y permite radiación directa en invierno que, por conducción, calienta el interior del inmueble. Si, además, se tratara de una parra tendríamos uva para el vino, como dice mi amigo Emilio Pizarro Gómez ( @EmilioPizarro5 ).
“El médico puede enterrar sus errores, pero un arquitecto apenas puede aconsejar a su cliente que plante enredaderas” (Frank Lloyd Wright)..
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