Ahorro energético

Materiales de construcción y cambio climático

Actualmente basamos nuestras actuaciones edificatorias en reducir el consumo y la demanda energética durante su periodo de ocupación, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sin considerar que la responsabilidad de éstas en un edificio durante su uso es sólo un 60%, siendo el resto lo producido durante su periodo de construcción y deconstrucción. Deberíamos reflexionar que el hecho de que la rehabilitación de viviendas utilice el 54 % de la energía que exigiría hacer una nueva hace que priorizar la regeneración de espacios frente a nuevos desarrollos sea una necesidad.
No en vano, debemos valorar que la edificación es responsable del 37 % del total de las emisiones de CO2 eq. (2021), distribuido de la siguiente forma: Directas del sector residencial 6%, indirectas del sector residencial 11%, directas del sector no residencial 3%, indirectas del sector no residencial 8%, industria de componentes (hormigones, aceros, aluminios,…) 6% y fabricación de ladrillos y vidrios 3% (UNEP 2022). En este sentido, la selección de materiales a utilizar toma importancia preponderante para el objetivo de limitar el calentamiento global. Para estos fines se ha formulado la declaración ambiental de producto (EPD, según su denominación en inglés), que facilita la información relativa al comportamiento ambiental, constituyendo un verdadero inventario del ciclo de vida de un producto, o de un sistema, en el que se realiza un balance de materias, energía, residuos y emisiones en cada una de las fases de vida del producto o sistema analizados (extracción, transformación, consumo de materias primas, fases de utilización y fin de ciclo).
Las acciones deben ir dirigidas a evitar la extracción y producción de materias primas impulsando la economía circular, cambiar la puesta en obra de materiales tradicionales por otros naturales, o fabricados, con pocas emisiones y mejorar los procesos de fabricación para descarbonizar elementos tradicionales como cementos, aceros y aluminios, disminuyendo el empleo de materia extractiva no renovable.
Se hace fundamental el diseño con la menor cantidad de materiales posibles, calculados a lo que realmente se necesita, reutilizar edificios y usar componentes reciclados, salvo en los barrios con viviendas semiformales e informales (chabolismo) que son las zonas a las que deberíamos circunscribir nuevas operaciones urbanizadoras diseñadas con criterios sostenibles, evitando el efecto isla- calor y planificado en función de la geometría solar y los vientos dominantes.
La construcción sostenible hace de un inmueble un sistema que no genere nada perjudicial, incorporando arquitectura – lo bello aporta -, salud, eficiencia y respeto al medio. Un diseño que permita iluminación y climatización mediante el sol y el viento. Elementos naturales de baja radioactividad y locales, que aportan riqueza económica y medio ambiental al entorno inmediato, como madera, barro, morteros de cal, corcho, lana, aceites naturales y multitud de ellos que tenemos en la mayor fábrica existente: La naturaleza.
Este tipo de intervenciones diseña inmuebles con un ambiente interior agradable y magnífica calidad del aire interior al utilizar las propiedades de los elementos para este fin; la madera, por ejemplo, regula la humedad del ambiente, absorbe cuando hay exceso y emite en defecto. También tiene en cuenta no generar o disipar radiaciones, contaminantes atmosféricos y acústicos, alteración del entorno o estrés.
Ir al contenido